miércoles, 30 de marzo de 2011

Sí, estoy cabreado

Que triste es no poder ejercer la libertad de expresión. Que frustración es tener 22 años y no poder decir siempre lo que uno piensa. Que asco y que vergüenza me da alguanas veces ver lo que veo y conocer lo que según voy cumpliendo años conozco. Que pobre es una sociedad donde los intereses se mueven por dinero, por posiciones sociales, por supremacías personales y en definitiva por sarna. Una palabra que cada vez utilizo más y que define muchas de las cosas que suceden en la vida cotidiana. Sarna.

Sí, estoy hablando de baloncesto, de nuestro baloncesto. El baloncesto de Castilla La Mancha necesita muchos cambios para que sea baloncesto. Para que se aproxime a ese deporte donde gente compite por meter una canasta más, pero donde personas busquen lazos de amistad, de compañerismo y den rienda suelta a la ilusión y a lo realmente importante de este y supongo todos los deportes. Los valores del deporte. Hablo de Castilla La Mancha porque es mi tierra y es lo que conozco, pero no se vayan muy lejos. Todas las autonomías son cortijos. Podría hablar de casos en Madrid, Cataluña o Cantabria, por poner ejemplos.

Estoy cabreado sí. Pero no estoy cabreado porque en mi pueblo pueda acabarse el baloncesto profesional por la caciquería de unos pocos. Tampoco estoy cabreado porque cada fin de semana me encuentre con árbitros que no hablan, que aplican pero no interpretan. Los pocos que hablan y dan síntomas de ser racionales son los que me avisan que tienen órdenes de expulsarme en cuanto me mueva o los que me piden que vuelva a arbitrar partidos. Cada vez me está entrando el gusanillo mas fuerte, me gustaría volver a arbitrar, pero sigo que hoy no venía a hablar de árbitros.

Vengo a hablar de otra injusticia que acabo de vivir como persona que utiliza todo o casi todo su tiempo libre en la palabra baloncesto. Lo utilizo pagando cursos de entrenadores, dejando mi tiempo para estar con los mas pequeños en campus de baloncesto, dejando todo por volver los fines de semana al pueblo a entrenar...vamos, lo que hace cualquier persona que le gusta el baloncesto, nada anormal.
Pero tristemente tampoco son anormales las injusticias que sucenden en las competiciones cada temporada. Entreno o mejor dicho, ayudo a entrenar a un equipo de 12 niñas o chicas de 14 y 15 años que adoran el baloncesto. Un grupo que va a entrenar tres días a la semana con la mayor de las ilusiones y que mejoran día a día con una sonrisa en la boca. Unas niñas que esta temporada van a jugar o han jugado ocho partidos. Uno al mes. Evidentemente no van a jugar solo ocho, porque los que tenemos compromiso con ellas y los que creemos en este deporte, hacemos todo lo posible por acentuar su desarrollo y progreso. Pero de manera oficial, solo ocho partidos. Repito todo esto porque cualquiera se sorprenderá con que un equipo de cadetes solo dispute de manera oficial ocho partidos. ¿y su federación en que piensa? ¿y su gobierno regional en que piensa?. Pues yo lo se, pero al principio decía que la libertad de expresión se castiga en el entorno en el que me muevo. No es que me rinda en las denuncias, lo que pasa que una persona inteligente no grita, solo habla bien.

Mi profesor de redacción periodística se tirará de los pelos cuando lea esto, por el poco orden, por la forma de expresarlo. No pretendía hacer un gran artículo de opinión, ni tampoco que se me entienda muy bien. Solo pretendía expresar mi indignación de forma un poco calmada. El primer cabreado soy yo. Primero por mis jugadoras, segundo por el deporte al que desde pequeñito procesé todas mis ilusions y tercero por no poder decir todo lo que pienso.