domingo, 10 de mayo de 2009

La maldición conquense

Once meses nos separan de la última vez que me dirigí al mundo red a través de estas lineas. Mucho ha pasado en este tiempo en todo lo relativo al baloncesto que nos rodea, el de Castilla La Mancha y sobretodo el de Alcázar de San Juan. Muchas cosas que podríamos analizar, repasar o resumir pero que a estas alturas a todos nos sonarán a pasado y a muy vistas y mascadas.

Dos años y un mes hace que escribía bajo el título "Cuenca insulta al deporte" tras el último partido del equipo que por entonces entrenaba junto a Javi Úbeda, el cadete regional. Esa famosa combinación que nos dejó fuera de las semifinales regionales tras un año muy complicado en esa competición. Y hoy vuelvo tristemente a mencionar a Cuenca para referirme a un señor, mejor dicho a un varón - macho según su DNI, que es de Cuenca y que ha apeado de la final regional al equipo que ahora entreno junto con Paco Romero. El Cadete Femenino, que por primera vez desde la fusión, ha sido campeón provincial, y que se ha quedado a un paso de disputar el sector inter autonómico al que acceden los dos mejores equipos de la región.

Y es que el citado hombre fornido, de pelo cano, de zancada corta y de ojos saltones, fue el responsable no único, pero sí decisivo, de que el pasado sábado 12 niñas de 14 y 15 años lloraran por impotencia, por haberse sentido humilladas y por haber llegado a pensar que el deporte, que es el mejor estilo de vida posible, pueda ser un fraude. Él, que se marchó del pabellón Joaquín Peiró de Honrubia riéndose y saludando de forma irónica a los padres de mis jugadoras tras haberse reido y haber jugado con la ilusión de jugadoras puras. Con miradas brillantes que ayer lloraban. Soy consciente de que estas lineas pueden sentar mal y otra vez "el Chechas ese" puede ganarse enemigos, pero tengo muy claro que defender al arbitraje, al que siempre he defendido (miren mis comentarios en los partidos de baloncesto de Alcázar Digital, mis crónicas en la Web o mis intervenciones en la SER) es también denunciar la maleza, mostrar las cloacas de un mundo de gente muy preparada, muy ilusionada, muy válida y muy honrada. Pero también un mundo donde existe -como en todos sitios- maldad, resentimiento, frustración personal, falta de principios éticos y sobretodo incapacidad para mezclarse con el desarrollo de esta sociedad, con la vida, con el deporte.

Me decía un árbitro cuando yo empezaba en esto, que lo peor que le puede pasar a un jugador dentro de una pista, es sentirse vendido por el árbitro. Algo que se me quedó grabado para siempre. Como se le ha quedado grabado en su memoria a una de mis jugadoras, la frase que uno de los árbitros del otro día le dijo mientras se ataba el cordón de su zapatilla: "venga coño, que me teneis hasta la poya. Que tengo que pitar otro partido esta tarde". Este es el primero de muchos momentos sucedidos en la semifinal regional cadete femenina del pasado sábado entre el G76 Al-kasar y el CABA.

Pero primero tengo que decir que el partido lo perdimos nosotras. Lo perdió mi equipo y los máximos responsables fuimos los entrenadores, que no supimos aportar a nuestras jugadoras la intensidad necesaria para ganar un partido que estaba ganado desde los primeros minutos. Eso ante todo, y vaya por delante. Haciendo un partido así, no se podía ganar. Pero no se podía ganar tampoco con esos árbitros, capaces de pitar 25 pasos en la primera mitad y de tragarse el silbato en el último cuarto. Un árbitro que llega tarde a un partido y pita un minuto para el inicio saltándose los tres minutos. Un personaje que se encara con los banquillos sin educación ni respeto, ni siquiera con prepotencia, solo con ignorancia. Alguien que te manda callar ("callate y vete de aquí, callate y vete de aquí") cuando en el segundo cuarto ganando mi equipo de sobra le digo que por favor esté atento al tiempo, que tarda en pararse cada vez que paran el partido. Un tipo que cuando señala la quinta falta personal a una jugadora, no tiene inconveniente en recordárselo a la grada durante varios segundos después de señalizar gritando vulgarmente "la número 5, la número 5" . Dos hombres que no saben guardar las formas, ni la compostura, ni siquiera saben el reglamento: Después de la quinta personal de una jugadora, a la que hacía antes referencia, el equipo está con 4 jugadoras y el árbitro se pone a administrar el balón!! En ese momento saltamos y le digo que tengo 30 segundos para hacer el cambio, a lo que me responde el árbitro con behemencia y arrogancia "¿Cómo?¿Quien le ha dicho a usted eso?". Me lo dice el reglamento, campeón (reconozco que esa coletilla sobró, la de campeón digo). Y para acabar su momento de gloria se dirigió a mi espetando un " Y UNA LECHE, FUERA DE AQUÍ!"

Y así hasta el momento mas álgido del partido, quizás de la historia del baloncesto. Honrubia ha pasado a la historia por ser la pista de la que echaron a Paco Romero. Un hombre al que muy poca gente ha oido gritar, quien sabe si el día que nació al llorar emitió algún gritito...no lo sabemos. Pues lo echaron si señor, por "vucear" (no es una errata, dijo vucear) al árbitro, el que estaba hasta la poya de las niñas, el que no había pitado nada hasta entonces, ese que miraba al suelo como si fuese un cerril, como un niño que bota la pelota mirando al suelo, igual. El partido estaba acabado, el deporte estaba acabado. Lo que allí había era un insulto, una humillación en toda regla. Humillante para nosotros como personas racionales, triste para el CABA por hacer que su paso a una gran final fuese así, deleznable para cualquiera que tuviera ojos y viera lo que allí pasó, pero sobretodo insultante para mi como árbitro que ha ejercido, que la luchado, que ha creído y cree en la honradez, pero que criticará cueste lo que le cueste, a todo iluminado que intente manchar al deporte.

No pienso descansar hasta que me expliquen porqué un señor que apenas pita en su cancha por cosas como las anteriores, pita una semifinal regional, bueno dos, porque anteriormente había pitado el Guadalajara - Cuenca, ganando las alcarreñas de 25 puntos, cuando el partido que menos habían ganado era de 40... No pienso parar hasta que esos arbitrajes del pasado se acaben, ese rencor, esa falta de principios... Estoy cansado de que haya gente así de mala, de que se insulte al deporte que me gusta, de tener que tragar por miedo a la represalia, me indignan todos estos que destruyen el deporte con hazañas como la del otro día.

Ya ven, un año sin escribir y vuelvo para esto...pues es lo que hay, ya lo siento. Dos años después vuelvo a hablar de Cuenca, de la Ciudad Encantada y que lamentablemente gracias a un conquense, me tiene desencantado. Es la maldición conquense